IRRESPONSABILIDAD SOCIAL
Pésame a las
familias Mayorga Castañeda y Orendáin Hernández y Orendáin Fabris por el
fallecimiento de Don Salvador y Don Juan José, respectivamente QEPD.
La problemática
mundial, en todos los aspectos, ¿tiene uno, dos o muchos culpables? Las
soluciones, pocas o muchas, completas o incompletas, son de uno o de muchos? No
es justo que, al menos en México, la mayoría culpe de todo al presidente en
turno o al gobierno. Recientemente el mandatario se quejó del bulling que le
aplican algunas organizaciones civiles o no gubernamentales. ¿Será por
cuestiones presupuestales, partidistas, electorales, o simplemente ociosas?
Dicen que la
familia es la base de la sociedad. ¿Es la familia, en el concepto propio, la
culpable de que la sociedad se esté cada vez más empantanada? ¿Son el padre o
la madre los únicos culpables? Es culpa del Papa o de otros líderes religiosos
que esta materia esté desangelada? ¿En Jalisco, es culpa de Aristóteles
Sandoval que los resultados no vayan de acuerdo a los deseos o las promesas?
¿Es la violencia en la entidad, culpa de Jesús Eduardo Almaguer Ramírez?,
cuando en ese caso, por ejemplo, todo indica que hay diferencias partidistas y
una reforma penal que aboga más por el malandro. Los integrantes de la sociedad en general
tenemos mucha responsabilidad porque todos queremos que la justicia se haga en
los bueyes del compadre, como dice el refrán.
Tienen toda la
razón quienes lanzaron la frase: “Lo bueno también cuenta”. Lamentablemente
también cuenta lo malo. Y esto se cuenta más en grado abominable. La condición
humana nos lleva a destacar los vicios y no las virtudes de los demás. Lo peor
es que el hombre, en su ego y por lo general, cree ser el virtuoso y acusa a
los demás.
¿En materia de
servicio público o del gobierno; en los
partidos políticos; en el sector empresarial,
y en el religioso, son los desaciertos atribuibles a las instituciones o
a quienes las manejan? ¿La familia y la sociedad no burócrata mantiene e
incrementan las crisis de convivencia culpando a los demás?
Es muy cómodo
repartir culpas y responsabilizar a otros por el mal estado de los servicios
públicos, por ejemplo. Es claro que altos salarios y gastos superfluos hacen
que la atención disminuya, pero además de quejarnos, ¿qué hacemos para
desgastar lo menos posible el entorno y conservarlo? Es fácil señalar el mal
estado de un parque y de la vegetación, pero qué hacemos para conservarlo?
Tiramos los desechos, quebramos árboles, pisoteamos las plantas, rompemos los
recipientes de la basura y a cada paso la mayoría de los adultos ponemos el mal
ejemplo a las nuevas generaciones. Hemos contaminado todo, tanto por naturaleza
humana como por el uso y abuso de los recursos.
México es ya víctima del tsunami electoral con miras al 2018. Nuevamente queda en claro que el abuso, la deshonestidad, la falta de
honradez y el cinismo humano en la política partidista, por ejemplo, predominan
y como nada es perfecto habrá que buscar a los futuros gobernantes entre los
políticos menos malos. ¿Existen?
Y la sociedad ¿qué
hace para evitar conductas contrarias a la buena convivencia? Es claro que
vivimos en una espiral que nunca termina y que, como en los remolinos de los ríos,
nos atrapa y nos hunde más. Deberíamos esforzarnos para mejorar pero sin
pisotear a los demás. La explosión demográfica despedaza al globo terráqueo.
Ahora parece que la razón es la sinrazón.
Todo parece indicar que quienes manejan las
doctrinas económicas, partidistas, religiosas y el desasosiego humano son las
herramientas para la autodestrucción. En teoría las leyes, los estatutos, las
plataformas políticas, etc., son admirables, pero en la práctica se incumple en
su gran mayoría.
Todos esos políticos
y burócratas que saltan y buscan más poder y mejores cargos pueden hacer
cambiar las cosas. Lo mismo la sociedad en general. Lástima: ¡¡nadie nos
atrevemos!! Es un sistema que nos mantiene en el filo de la navaja. Y a
propósito: ¿a la hora de votar, lo hará
por un partido o por algún candidato? o…¡¡¡por nadie!!! ¡Es pesimismo o
realismo? Sueños y más sueños. Y…qué pasa?