CUMPLE 18 AÑOS LA AUSENCIA DEL "LEÓN LITUANO" NACIONALIZADO MEXICANO
Wolf Ruvinskis
Manevich, Luchador rudo en las cintas cinematográficas, pero un caballero en la
vida real, con un interminable gusto por ayudar a los demás, falleció el 9 de
noviembre de
Nacido el 30 de
octubre de 1921 en Riga, Letonia, la madre de Wolf era letona y su padre
ucraniano, quienes al huir de los conflictos bélicos europeos y no poder
ingresar a Estados Unidos, emigraron a Argentina.
Al llegar a ese país su padre murió debido a las difíciles y
agotadoras condiciones del viaje en barco. En Córdoba, con una madre que no
hablaba español y buscaba la forma de sobrevivir, Wolf y su hermano Daniel
fueron llevados a un internado cuando él tenía cinco años de edad y permaneció
durante dos años.
Fue ahí donde, según alguna vez llegó a contar, tuvo miedo a
morir de hambre, por lo que tras la amarga experiencia toda su vida se empeñó
en ganar dinero. De regreso con su madre, creció en un barrio donde el que no
era ladrón era borracho.
Por ello decidió ser luchador para ganarse la vida y superar
el miedo, tras enfrentar en su infancia la pobreza en la que vivió que lo llevó
a pedir limosna en las calles y por la que sólo curso la escuela primaria. A
los 19 años inició una gira por Latinoamérica como luchador.
En 1938 fue campeón de lucha grecorromana y amateur en
Argentina, pero también se desempeñó como portero en el Independiente de Santa
Fe y en Millonarios de Colombia. Fue instructor de judo, jugó rugby, remo y
practicó el boxeo.
Sin embargo, se decidió por la lucha libre porque, según
confesó en alguna ocasión, "era la disciplina donde se ganaba más
dinero".
En esta profesión, a su paso por varios pases de América
utilizó diversos nombre, como "Boris Boy", "Van Kaduk",
"Peter Cortés" y "Guillermo López". En México debutó el 28
de junio de 1946 en la arena Coliseo y le ganó a Bobby Bonales, en el bando de
los rudos.
Por recomendación de un empresario, Ruvinskis se hizo
"rudo" en los cuadriláteros, donde enfrentó a grandes de la lucha mexicana
como El Santo, Gory Guerrero, Tarzán López, Cavernario Galindo, Black Shadow,
Médico Asesino, Lobo Negro y Murciélago Velázquez.
Luego incursionó en la industria cinematográfica, como
personaje rudo, fuerte, malencarado que estaba del lado de los malos, aunque
también tuvo un buen desempeño histriónico en papeles dramáticos y hasta
cómicos.
De esta forma, se le puede recordar al lado de leyendas del
cine mexicano como Pedro Infante, Germán Valdés "Tin Tan", los
hermanos Soler (Domingo, Fernando y Andrés), José Elías Moreno, David Silva,
Irma Dorantes, Amanda del Llano y Esther Fernández.
El actor judío-ruso-argentino-mexicano, de grandes ojos
azules, quien además de luchador, actor y restaurantero destacó como cantante
de tangos, ilusionista y referí, estuvo casado con Beatriz Pérez, la bailarina
Armida Herrera y la actriz Lilia Michel.
A la par de su carrera deportiva y artística, Ruvinskis
desarrolló una vida como empresario en la que tuvo restaurantes argentinos y
casas de cambio, los cuales, como una ironía del destino y a pesar de su lucha
de toda la vida contra la pobreza, en los últimos años de su vida perdió.
De los millones de pesos que, se dice, llegó a juntar, legó a
su esposa e hijos apenas una casa en la colonia Jardines del Pedregal, en
Se desempeñó como presidente de
La entrada triunfal de
Ruvinskis en el cine mexicano de ciencia-ficción le hizo ser requerido
para otras películas en las que intervino interpretando los más diversos
papeles, a menudo rozando el esperpento y para los que no le importó vestirse
con las trazas más ridículas en unas situaciones en las que solamente su
impresionante planta salvaba la papeleta.
Su personaje
más recordado en esta etapa fue Argos, el capitán
de un escuadrón de marcianos que llegaban a la Tierra en sus naves
espaciales con la intención de conquistarla, pero que se encontraban con la
oposición de otro popular super-héroe de la sci-fimexicana, "Santo el Enmascarado de Plata",
interpretado por el luchador-actor Rodolfo Guzmán Huerta en más de treinta
películas a lo largo de dos décadas.
De este modo, en
"Santo vs. la invasión de los marcianos" Ruvinskis tuvo que ajustarse
unas prietas mallas y cubrirse con una capa digna de la madrastra de Blanca nieves que dejaba, eso sí, su atractivo torso al descubierto para goce y
disfrute de las plateas. Para acabar de arreglarlo, la corte
de extraterrestres que le rodeaba se parecía más al cast de una
película pornográfica de los psicodélicos años setenta que a una milicia
entrenada para colonizar otros mundos, con hermosas y frescachonas
alienígenas comparables -en muslo y pechuga- a las playmates que estaba
poniendo de moda, en aquella época, la mítica revista de Hugh Heffner.